Eres tan dichoso…, tanto…, tanto…, ¡tanto!, que harás consistir nuestro gozo esencialísimo en gozarnos en que Tú seas tan feliz; ya que rebasas, ante la contemplación de tu eterno júbilo, las capacidades de todas las criaturas racionales, de tal forma, que tendrán su gozo esencial en verte a Ti tan contento; porque allí estarán en el centro del amor puro y en el encajamiento completo de ese mismo amor.
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