Santos: Leandro, obispo; Diego de Alcalá, Estanilao de Kostka, Homobono, confesores; Arcadio, Pascasio, Probo, Eutiquiano, Valentín, Soluto, Víctor, Antonio, Cebinos, Germán, mártires; Ennata, Maxelinda, vírgenes y mártires; Pablito, niño; Nicolás I, papa; Eugenio, Florido, Bricio, Quinciano, Quiliano, obispos; Leoniano, Pascasio, Donato, Everardo, Marcos, abades; Francisca Javier Cabrini, fundadora.
Diego de Alcalá nació en San Nicolás del Puerto, Sevilla, hacia el año 1400.
Desde muy joven abrazó la vida eremítica, dedicándose por entero a la oración y al trabajo.
Posteriormente ingresó en la Orden franciscana, como hermano lego, y desempeñó con toda humildad los oficios más sencillos en el convento de Arruzafa que estaba situado en las proximidades de Córdoba.
Se embarcó en 1441 como misionero a las Islas Canarias, recientemente descubiertas, y desarrolló un intenso y eficaz apostolado en la isla de Fuerteventura.
En el año 1450 se trasladó a Roma, donde se distinguió por su caridad en el servicio de los enfermos y con su oración curó a muchos de ellos que habían contraído la peste.
Finalmente regresó a España, recorrió diversos conventos y murió en el de Alralón el 12 de noviembre de 1463, en Alcalá de Henares, donde se veneran sus reliquias.