En mi sagrario lo tengo todo, porque el Todo Infinito es el misterio trascendente que oculta mi sagrario. Si el hombre supiera el secreto de la Eucaristía ¡¿cómo no vendría a refrigerar su sed y a saciar sus hambres, reverente y adorante, a los pies del sagrario ante el Dios del Sacramento…?!
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