«…Dios es tan maravilloso, tan eterno, tan dichoso, tan bueno, tan donador que, cuando se da, lo hace como es, y al que se da lo hace como a Él, por participación. Y entonces el hombre, criatura a distancia infinita del Ser, es capaz, por un derramamiento del Amor Infinito, de olvidarse a sí totalmente y, pasando a ser Dios por participación, vivir y gozar de lo que Dios vive y goza… »
«Cuando procuramos que los hombres se gocen en que Dios sea lo que es, estamos dándoles la máxima felicidad, haciéndoles llenar su fin, y estamos dándole a Dios la parte que le corresponde entre los hombres; estamos haciendo de la tierra el paraíso de Dios, y estamos haciendo al hombre bienaventurado en la tierra, incluso a través de los velos de la fe y en la noche de la incomprensión.»
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