«¡Yo he visto que Dios lloraba…!
Y ¡cómo lo vi aquel día!
cuando así le contemplaba,
sin saber cómo sería
aquello que estaba viendo;
porque, sin verlo, veía
al Cristo del Dios bendito
que, en mi modo, me decía
el amor del Dios eterno
que por los hombres moría».
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