¿QUIÉN COMO DIOS!

¡Oh…! ¡Qué feliz es Dios, que, en sí mismo posee la plenitud infinita y eterna de alegría que es todo su ser…! Todo Dios es un piélago sin riberas y sin fin de felicidad. Y en sí mismo Él es eternamente saciado en esa inmensidad felicísima de su ser, que no le deja lugar para desear nada, por perfección de su misma infinitud, la cual sacia infinitamente a la eterna Trinidad en su Unidad simultánea.

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