SEPULCROS LLENOS Y SEPULCROS VACÍOS.

Terminamos hoy con los ¡Ay! del Señor, y lo hace mostrándonos la imagen de los sepulcros. La parroquia en la que estoy ahora está en una urbanización, alrededor sólo hay casas unifamiliares, con jardín y piscina a los que no les hace falta salir a la calle. Alrededor no hay tiendas, ni bares, ni comercios ni empresas. Estas últimas semanas de agosto sólo se mueve por aquí algunos coches a la hora de Misa por la mañana y por la tarde, el resto del día es difícil ver a alguien. Ya llegará el tiempo de catequesis y grupos, pero ahora por aquí no se mueve nadie. Algunos pájaros, ardillas, gatos y algún jabalí parecen los únicos seres vivos. Si alguien, con ojo poco entrenado, llegase a esta parroquia pensaría que esta parroquia está muerta, sin vida. Sin embargo, se equivoca: ¡Aquí está la Vida! La parroquia está abierta de 7 de la mañana a 9 de la noche. A estas horas un señor está rezando delante de la Vida. Mucha más muerte hay en calles abarrotadas con sus iglesias cerradas.

“Por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crueldad”. Sólo Dios conoce el corazón del hombre, sólo el juicio de Dios valdrá para el hombre. ¿Qué más me da lo que el mundo opine? Si en la Iglesia nos quitásemos los miedos a “quedar mal” seriamos mucho más felices. El miedo a quedar mal viene de vivir lejos del Sagrario, lejos de Cristo, lejos de la vida y tonteando con la muerte. ¿Qué somos pobres? La Iglesia nació pobre. ¿qué hablan mal de nosotros? No es el discípulo más que su maestro. ¿Qué nos juzgan? Ese juicio no vale nada, sólo el de Dios. ¿Y cómo haremos las obras de evangelización y apostolado? Pues si todavía te crees que las haces tú, sigue dando vueltas en tu sepulcro.

«Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas» Y no, ni cualquier tiempo pasado fue mejor ni peor. Vivimos en el día de hoy, con todas sus ventajas e inconvenientes. Pero en el Sagrario de la parroquia está el mismo Jesús que conoció San Pedro, delante del que se pusieron San Ignacio de Loyola, Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Santa Mónica con sus lágrimas, Santa Catalina de Siena, San Francisco o el todavía beato Carlo Acutis. No es cuestión de vivir en otro tiempo, sino darnos cuenta de que en estos tiempos está Dios y no separarnos de Él.

Procura pasar hoy por una Iglesia, ponte delante del Sagrario y date cuenta de que el sepulcro está vacío, estás contemplando al que es la Vida. Y si ya has ido llenando tu sepulcro de huesos y podredumbre preséntalos al Señor, que los cubra de músculos, tendones y carne y les dé el soplo de la vida. Los ¡Ay! del Señor vienen cuando busca la Vida y se encuentra muerte.

Nuestra Madre la Virgen tuvo en sus brazos al que es la Vida, pongámonos en sus brazos también para no ser sepulcros sino Sagrarios.