Escucharte… Recibirte… Entrar dentro de tu pecho dolorido y saber que estás herido en amor, de tanto amarme; y que ocultas en tus horas de silencio, enclaustrado tras las puertas del sagrario, el misterio agonizante de tu corazón transido, ahogado por tus penares de lamentos contenidos.
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